Agosto, la ciudad está casi vacía.
Las marquesinas, sin embargo, están llenas de publicidad.
Publicidad que te pone el corazón en un puño.
Da la impresión de que los niños lo tienen mal.
Muy mal.
Si ponen estos anuncios en el desierto, poca ayuda van a encontrar.
Aunque, claro, a lo mejor lo hacen por eso, para no molestar, como dijo alguien.
Es mejor esconder los problemas.
Será por eso que los exhiben, ahora que no los ve nadie.
También puede ser casualidad.
Lo más probable es que sean gratuitos y los pongan para rellenar los espacios que, de otra forma, estarían vacíos.
Si es por eso, pues muchas gracias.
Gracias en nombre de los niños que viven en la pobreza o que no reciben vacunas.
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