miércoles, 15 de julio de 2015

MAR ROMERA NOS CONTÓ UN PRECIOSO CUENTO

MAR ROMERA, PEDAGOGA Y PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN D ELA ASOCIACIÓN FRANCESCO TONUCCI, DURANTE SU INTERVENCIÓN EN EL CHUPETE, NOS CONTÓ EL SIGUIENTE CUENTO:

(POR SU LONGITUD, LO DIVIDIMOS EN DOS PARTES)

PARTE 1


LA HISTORIA DE CARLITOS.

Carlitos tiene tres años.

Es 1 de septiembre.

Está preparando su mochila para ir por primera vez al colegio de los mayores.

La prepara con mucha ilusión, durante todo el verano.

Porque no es una mochila es “la mochila”.

En esa mochila ha ido guardando durante todo el verano las cosas maravillosas que le han ido regalando.

En esa mochila ha metido una caja de rotuladores grandes, con punta gorda y purpurina. Se los regaló su tío.

Son espectaculares.

De vez en cuando los abre y pinta sólo un poquito porque los guarda con muchísimo esmero para el curso escolar del año que viene.

En esa mochila ha metido también un libro de muchas letras.

Dice que él no sabe leer.

Sabe que va al colegio de los mayores y que allí aprenderá a leer.

No quiere llevar libros de mayores.

También metió una libreta.

Aquella mañana que se levanta para ir al colegio, su mamá le peina muy bien. A él no le gusta, pero su mamá ha decidido que es un día especial y que lo tiene que peinar muy bien. Mamá comete incluso el error de ponerle zapatos nuevos para el primer día de cole.

Antes de ir al cole, Carlitos cogió un dinosaurio que tenía en su habitación.

Es un dinosaurio viejo, medio descabezado. Pero él piensa que el pobre dinosaurio no podía estar todo el día solo en su casa; así que lo metió en su mochila.

Su madre decidió meterle un bocadillo inmenso, probablemente, el más grande que Carlitos había tenido en su mano. Y por si el bocata era poco, le metió un plátano. Ahí lo lleva, para que haga la merienda de media mañana.

Carlitos, con todo aquello, con sus rotuladores de purpurina, con su mundo, pensando qué le iba a contar a su seño cuando llegara al cole, se fue.

Su mamá le llevó de la mano hasta la puerta de la clase. Su mamá le apretaba mucho la mano, incluso más que Carlitos, porque, probablemente, quién más miedo tenía no era Carlitos, era su mamá.

Los periodos de adaptación hay que hacerlos para las mamás y los papás y no para los niños.

Carlitos iba a su mundo, que se supone de imaginación, de creatividad, de sueños y de aprendizaje. Y a todos los seres humanos del mundo nos gusta crear y nos gusta aprender… hasta que nos cortan el rollo.

Carlitos vio como los niños hacían una fila para para entrar. Él no entendía

por qué hay que hacer una fila para entrar en el cole.

Pero lo pero no fue esto. Lo peor fue la sirena.

Sonó una sirena que puede interpretarse como la de la Tercera Guerra Mundial. Y aquello no era una guerra, era simplemente abrir la puerta de un aula.

No se entiende por qué no se pone una música que suene durante diez minutos para poder entrar y salir, como si realmente fueras a tu casa.

CONTINUARÁ...

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